domingo, 5 de mayo de 2019

Reseña del libro #RobotsDeCine en El Palomitrón por Alfonso Caro


Primera reseña del libro "Robots de Cine. De María a Alita", realizada por Alfonso Caro en el portal ElPalomitrón.com, que se puede leer en el siguiente link

https://elpalomitron.com/libro-robots-de-cine/

Os dejamos copia solamente del texto a continuación:

BIBLIOTECA: ROBOTS DE CINE
Alfonso Caro
Publicado el5 mayo, 2019

Es verdad que el cinematógrafo es un invento de los hermanos Lumière, pero también es verdad que Georges Meliès (pintor, caricaturista, ilusionista, escritor, director de teatro…) puede ser considerado el padre del cine en su vertiente de espectáculo. El parisino siempre demostró una especial atención hacia los elementos móviles y las técnicas ilusionistas de maestros como John Nevil Maskeline y George Alfred Cooke (suya es la primera película de ciencia ficción y para muchos el primer efecto especial), y cuando en 1895 asistió a una demostración de Auguste Lumière se quedó prendado de lo que allí vio. Con más de 500 películas a sus espaldas, Meliès fue determinante en el desarrollo y popularización del cine como espectáculo de masas, y siempre empapó sus obras de la magia e ilusión propias de una tradición circense heredada que rebosaba un marcado espíritu circense, de ilusión y de “engaño”.

Por eso resulta muy llamativo (y por supuesto gratificante) que este título editado por Diábolo Ediciones dedique sus tres primeros capítulos a los autómatas, que desde el siglo XXVIII comenzaron a llamar la atención con los elaborados mecanismos que empleaban para reproducir movimientos en muchos casos bastante básicos. Y resulta muy llamativo porque el cine comparte una naturaleza primigenia muy parecida con la figura universal del robot, estableciéndose en las primeras páginas del libro una evocación casi en paralelo a los orígenes del cine tan acertada como disfrutable.

Quizá este parentesco sea el responsable de la extensa galería de robots que podemos encontrarnos a lo largo de la historia del cine, o quizá estos hayan colonizado las pantallas porque en el fondo responden a la necesidad vital del ser humano por crear, y en últimos estadios por replicarse a si mismo. Todo lo que venga después, leyes robóticas incluidas, son producto de esta necesidad o necesarias defensas ante todos los posibles escenarios que podrían sucederse si nuestro aventura como creadores finalmente terminase alcanzando cotas que aun hoy están todavía reservadas a la ciencia ficción.

Virtudes de un título consagrado a la robótica

Lo primero que debemos dejar claro es que Robots de cine no es un libro más para consultar una selección de robots destacados dentro del cine y muchas imágenes, sino que la obra que ha modelado Jordi Ojeda, divulgador de peso y habitual conferenciante en el Salon del Comic de Barcelona o el Festival de Sitges, va mucho más allá. Con una acertada arquitectura, a lo largo de sus 34 capítulos, precedidos por un prólogo firmado por Kike Maillo (Eva, 2011) y completados por un preámbulo y un epílogo firmados por el propio autor, Robots de cine nos sumerge en un recorrido por la historia de los robots que transciende lo puramente cinematográfico. Porque en sus páginas vamos a encontrar un frondoso árbol de conceptos para que el autor, que de esto de robótica y automatización entiende un rato, nos enseñe, de paso, conceptos básicos sobre el universo de los robots. Sus diferentes clases según el servicio para el que fueron concebidos, los diferentes tipos de robots en función de los materiales usados en su creacción o su clasificación según sea su apariencia más o menos humana (bendito valle inquietante…) están recogidas y categorizadas a lo largo de la lectura. Igualmente, en este viaje por sus múltiples fácetas no se olvida la obra de analizar la robótica también desde su vertiente como complemento, ya sea para mejorar el cuerpo humano, ya sea para directamente para suplir o sustituir defeciencias o pérdidas irreparables. Con todo, el extenso arco de la robótica del libro presta atención a los robots como máquina, como organismo artificial, como elemento invasor dentro de nuestra propia biología o como elemento totalmente externo (exoesqueletos).

Y como Jordi Ojeda dirigió en 1997 un proyecto científico de divulgación que se servía de los cómics y la literatura (amén del cine fantástico) como instrumentos didácticos, el lector se encontrará de regalo con un repaso también por la literatura de género y los autores que alumbraron las novelas y los relatos cortos que han servido de punto de partida para la mayoría de los mejores títulos del cine de ciencia ficción, aquellos que ya sea utópica o distópicamente, guardan un papel destacado a la robótica y a inteligencia artifical en su relato. Ray Bradbury, Robert A. Heinlein, Arthur C. Clarke, Stanislaw Lem, Philip K. Dick, el ochentero William Gibson (Impulsor del ciberpunk con su mítica Neuromante) o Asimov con sus ya indispensables leyes robóticas pueblan y habitan en las páginas de Robots de cine, ya sea de manera directa o como fuente referenciada de las decenas de títulos cinematográficos que beben de la visionaria imaginación de estos escritores.

Cerca de 400 películas (que se dice pronto) y casi 70 series conforman el repaso, y será muy complicado para el lector echar de menos algún título, pues la organización de la información facilita que al autor no se le pase nada por alto en su completo recorrido por casi un siglo de cine, desde que María, el primer robot de la historia del cine elevase Metrópolis (Fritz Lang, 1927) al nivel de clásico instantáneo. Desde entonces, los robots como reflejo de tensiones políticas, como reflejo de nuestros miedos, como productos del delirio de perversos doctores que juegan a ser Dios, como secundarios y también como protagonistas… Pero siempre, como pertubadores emisarios de la conciencia humana, de nuestras limitaciones y de nuestros miedos. Y así hasta nuestros días, en los que poco a poco el progreso de la robótica está validando lo que la ficción ya lleva adelantando muchas décadas. En la era de los drones, de los bots y los nanorobots, de la realidad aumentada o de la virtual y de la cada vez menos lejana cultura del transhumanismo quizá deberíamos de empezar a plantearnos elevar el subgénero y reconocerle por fin el puesto que merece dentro de la historia del cine. Del pasado, del presente y del futuro. Sin complejos.

Y todo, como ya hemos señalado, expuesto de una manera tan virtuosa que cuando el lector acaba la lectura se da cuenta de que que en vez de haber aprendido sobre el cine a través de los robots, lo que probablemente haya pasado es que ha aprendido sobre robótica gracias a los ejemplos ilustrativos del cine. Un acierto maestro, y totalmente arrebatador.

Una compra obligada para todos los lectores en general, y para todos los fans del cine de ciencia ficción en particular.

Alfonso Caro

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